Pero ¡ojo!, los cambios no tienen por qué ser malos, son simplemente cambios, y necesitan un periodo de adaptación y transición para que maduren y puedan ser perfectamente viables, ¡es más! Me atrevería a decir que incluso pueden mejorar la situación de la que partían.
Mi Experiencia
Es abrumador el número de cursos y formaciones a distintos
niveles (empresas, universidad, profesional) que se han parado o directamente
suspendido, evidentemente, es completamente entendible en estas circunstancias
y en un mundo en el que la formación presencial era el formato más habitual.
¿Había formación online? Sí, sí que la había, pero en un porcentaje
significativamente menor con respecto a la formación presencial.
Todavía recuerdo la primera vez, hace 4 años, cuando impartí
mi primera formación online. Era un curso sobre programación
web segura. Era un curso donde los alumnos eran de diferentes provincias
y se decidió hacer en este formato debido a los costes y dificultades de juntar
a todos los alumnos en una sola clase.
No os voy a engañar, en ese momento no era
muy optimista respecto a dar la formación online, siempre había impartido en presencial
y sentí cierto rechazo a salir de mi circulo de confort. ¿Qué paso? me
atrevería a decir que el curso salió más que bien, o así al menos los alumnos
lo reflejaron en las evaluaciones. ¿Mis sensaciones? me sentí bastante más
cómodo de lo que me imaginaba en una primera instancia, no en el primer momento,
pero durante la semana fui viendo las bondades del formato online respecto al presencial,
como pueden ser, el ahorro de costes (tanto para la empresa como para el
trabajador), el tiempo ganado en desplazamientos o la tranquilidad de que
puedes dar el curso en tu home office.
¿Es mejor la formación online o la presencial? Me hacen
mucho esa pregunta los alumnos la verdad 😊.
Para mi ninguna es perfecta, cada una tiene sus pros y sus contras.
¿Mi opinión? Me considero una persona muy empática y
cercana, me gusta estar al lado del alumno y eso puede hacer que mi balanza se
gire levemente hacia la presencialidad, pero he comprobado que también se puede
ser cercano desde la distancia, eso va dentro del formador y no tiene que ver
con los medios que utilices.
Formación a Empresas
Ahora mismo Pronoide, con quien colaboro estrechamente en la
formación a empresas, está dedicada totalmente a trabajar con la formación
online, la manera presencial no es posible en estos momentos. Muchas empresas están dando una oportunidad a
la formación en remoto, aunque este cambio no se hará de la noche a la mañana, sí
que nos gusta pensar en un futuro con optimismo. Hay empresas que empiezan
mandando uno o dos participantes a las ediciones
públicas de calendario para ver cómo funciona el formato remoto. Hay
empresas que están contratando ediciones de cursos para
formaciones internas de sus equipos online.
Como ya he dicho para las empresas y sus empleados estos
formatos suponen, mayor ahorro de costes, al eliminar la barrera geográfica,
las formaciones remotas se pueden planificar mejor (por ejemplo, en franjas más
cortas) al no tener que reservar o bloquear aulas físicas, y se evitan los
horarios incomodos para tener más holgura y esperar que todo el mundo llegue al
centro de formación.
Formación Reglada
El panorama actual
afecta también severamente a los institutos y las universidades donde también
trabajo como profesor, por lo que veo de primera mano lo que está ocurriendo.
Al suspenderse las
clases presenciales, automáticamente se han pasado todas las clases a modelo
online, por lo que impartimos todas en remoto. En el caso del instituto no me
afecta, ya que es 100% online, pero en el caso de la universidad sí que ha
habido un pequeño periodo de adaptación. ¿Se ha perdido la calidad? Desde mi
punto de vista no, se ha perdido el contacto físico con el alumno, pero la
calidad es similar, las tecnologías permiten esta flexibilidad sin
que lo notemos demasiado.
Es cierto es que no
va a haber este año exámenes presenciales, por lo que la manera de evaluar al
alumnado será diferente. Desde mi ámbito se está fomentando mucho la evaluación
continua, y evaluar a los alumnos con sus actividades, su asistencia a clase y su
participación. No creo que esta política sea mala, de hecho, nunca he creído
demasiado en los exámenes. En mi clase y al finalizar un curso, sé con bastante
seguridad qué alumno sabe y cuál no, sin mucha necesidad de hacer exámenes.
Con esto quiero decir
que, esta situación tan excepcional en la que nos encontramos, puede que nos
enseñe otras maneras de evaluación de los alumnos, no solo la del examen de
toda la vida, y que pueden ser perfectamente viables y válidas.
¿Cambiará la formación tal y como la como la conocemos?
Estoy convencido que la educación online va a tener gran
protagonismo en este periodo como ya estamos empezando a ver, y también creo
que la tendencia a hacer los cursos en remoto cada vez será mayor.
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