miércoles, 6 de mayo de 2020

Formación y educación durante y después COVID-19

Soy de los que creen que esta crisis va a cambiar nuestra manera de vivir, y que a corto y medio plazo, va a cambiar muchas costumbres y muchos hábitos.
Pero ¡ojo!, los cambios no tienen por qué ser malos, son simplemente cambios, y necesitan un periodo de adaptación y transición para que maduren y puedan ser perfectamente viables, ¡es más! Me atrevería a decir que incluso pueden mejorar la situación de la que partían.

Mi Experiencia


Es abrumador el número de cursos y formaciones a distintos niveles (empresas, universidad, profesional) que se han parado o directamente suspendido, evidentemente, es completamente entendible en estas circunstancias y en un mundo en el que la formación presencial era el formato más habitual. ¿Había formación online? Sí, sí que la había, pero en un porcentaje significativamente menor con respecto a la formación presencial.

Todavía recuerdo la primera vez, hace 4 años, cuando impartí mi primera formación online. Era un curso sobre programación web segura. Era un curso donde los alumnos eran de diferentes provincias y se decidió hacer en este formato debido a los costes y dificultades de juntar a todos los alumnos en una sola clase.



No os voy a engañar, en ese momento no era muy optimista respecto a dar la formación online, siempre había impartido en presencial y sentí cierto rechazo a salir de mi circulo de confort. ¿Qué paso? me atrevería a decir que el curso salió más que bien, o así al menos los alumnos lo reflejaron en las evaluaciones. ¿Mis sensaciones? me sentí bastante más cómodo de lo que me imaginaba en una primera instancia, no en el primer momento, pero durante la semana fui viendo las bondades del formato online respecto al presencial, como pueden ser, el ahorro de costes (tanto para la empresa como para el trabajador), el tiempo ganado en desplazamientos o la tranquilidad de que puedes dar el curso en tu home office.


¿Es mejor la formación online o la presencial? Me hacen mucho esa pregunta los alumnos la verdad 😊. Para mi ninguna es perfecta, cada una tiene sus pros y sus contras.

¿Mi opinión? Me considero una persona muy empática y cercana, me gusta estar al lado del alumno y eso puede hacer que mi balanza se gire levemente hacia la presencialidad, pero he comprobado que también se puede ser cercano desde la distancia, eso va dentro del formador y no tiene que ver con los medios que utilices.

Formación a Empresas


Ahora mismo Pronoide, con quien colaboro estrechamente en la formación a empresas, está dedicada totalmente a trabajar con la formación online, la manera presencial no es posible en estos momentos.  Muchas empresas están dando una oportunidad a la formación en remoto, aunque este cambio no se hará de la noche a la mañana, sí que nos gusta pensar en un futuro con optimismo. Hay empresas que empiezan mandando uno o dos participantes a las ediciones públicas de calendario para ver cómo funciona el formato remoto. Hay empresas que están contratando ediciones de cursos para formaciones internas de sus equipos online.

Como ya he dicho para las empresas y sus empleados estos formatos suponen, mayor ahorro de costes, al eliminar la barrera geográfica, las formaciones remotas se pueden planificar mejor (por ejemplo, en franjas más cortas) al no tener que reservar o bloquear aulas físicas, y se evitan los horarios incomodos para tener más holgura y esperar que todo el mundo llegue al centro de formación.

Formación Reglada


El panorama actual afecta también severamente a los institutos y las universidades donde también trabajo como profesor, por lo que veo de primera mano lo que está ocurriendo.


Al suspenderse las clases presenciales, automáticamente se han pasado todas las clases a modelo online, por lo que impartimos todas en remoto. En el caso del instituto no me afecta, ya que es 100% online, pero en el caso de la universidad sí que ha habido un pequeño periodo de adaptación. ¿Se ha perdido la calidad? Desde mi punto de vista no, se ha perdido el contacto físico con el alumno, pero la calidad es similar, las tecnologías permiten esta flexibilidad sin que lo notemos demasiado.


Es cierto es que no va a haber este año exámenes presenciales, por lo que la manera de evaluar al alumnado será diferente. Desde mi ámbito se está fomentando mucho la evaluación continua, y evaluar a los alumnos con sus actividades, su asistencia a clase y su participación. No creo que esta política sea mala, de hecho, nunca he creído demasiado en los exámenes. En mi clase y al finalizar un curso, sé con bastante seguridad qué alumno sabe y cuál no, sin mucha necesidad de hacer exámenes.

Con esto quiero decir que, esta situación tan excepcional en la que nos encontramos, puede que nos enseñe otras maneras de evaluación de los alumnos, no solo la del examen de toda la vida, y que pueden ser perfectamente viables y válidas.

¿Cambiará la formación tal y como la como la conocemos?


Estoy convencido que la educación online va a tener gran protagonismo en este periodo como ya estamos empezando a ver, y también creo que la tendencia a hacer los cursos en remoto cada vez será mayor.

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